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Carlos Herrera

¿Qué gana y qué pierde el Barça con la salida de Dembélé?

Ante la expectación causada en estas horas por la inminente marcha del extremo francés al PSG, se abren una serie de preguntas sobre el impacto que generaría a nivel deportivo, así como en el maneras de abordar negociaciones por parte de la entidad culé.


El 24 agosto de 2017 se anunciaba la llegada de Ousmane Dembélé al FC Barcelona. Por entonces la atmósfera en el club estaba enrarecida y pesimista, tras la partida de Neymar a una entidad de poca trascendencia europea, que adolecía de la reputación de aquellos con más noches de gloria o proyectos deportivos construidos a sangre y sudor tanto como presumía de sus ingentes números de cuentas bancarias y respaldos de al menos cuestionable procedencia. Así, un tímido e introvertido Dembélé comenzaba su periplo enfundado por la elástica blaugrana al lado de nombres del calibre de Luis Suárez o Leo Messi, reflejando con cada actuación quizá la marca que lo acompañaría en su destino: la naturaleza de lo impredecible.

Dembélé, horas de expectación por su futuro. Fuente: Europa Press

Transcurridas 6 temporadas desde su incorporación procedente del Borussia Dortmund, en una operación que costó al Barça la friolera cantidad de 135 millones de euros bajo la presidencia de Bartomeu, el "mosquito" sigue asombrando con su habilidad para hacer las cosas dentro, y también fuera del campo. La arremetida reciente de un PSG, cuya más reciente incorporación ha sido Arnau Tenas, pretende ahora convencer al internacional francés de sumarse a su nuevo proyecto deportivo, a las órdenes de Luis Enrique.


Al momento de escribir estas líneas y según información del periodista Fabrizzio Romano, entre otras fuentes, Dembélé ya habría dado su avanzar con la operación a través de su agente, Moussa Sissoko, personaje sombrío desde siempre para el entorno catalán. A menos de 72 horas de haber abierto el marcador contra el Real Madrid en Dallas y mostrarse una y otra vez comprometido con el proyecto de su gran valedor, el técnico Xavi Hérnandez, las nuevas prisas del veloz extremo parecen no ser las de desbordar el carril derecho de los oponentes del Barça sino acelerar la operación que facilite su aterrizaje en la ciudad parisina.


Su más que posible salida abren la puerta a distintos escenarios sobre cómo debería afrontar la dirección deportiva su baja. Pero previo a ello vale la pena hacerse preguntas sobre si su pérdida podría traer algunos beneficios que mitiguen el impacto inmediato. A favor, y quizá su más evidente virtud, contar con un Dembélé sano y al pleno de sus capacidades supone una amenaza a no desatender por los rivales, lo que genera espacios para el movimiento táctico de otros jugadores. Contar con el jugador de 26 años implica probabilidades de desborde, regate y asociación en banda, sea como titular o saliendo desde el banquillo. Y un punto no menor, desde la llegada de Xavi la mentalidad de Dembélé evidenció un salto de calidad, tanto en confianza propia dentro del campo como en el componente más humano del vestuario, siendo valorado por muchos de sus compañeros por su buen rollo e involucramiento comunicacional, algo que incluso le habría valido votos en la selección de los capitanes.


Por contra, sus constantes lesiones, falta de finura en la toma de decisiones dentro del campo e irregularidad para sostener actuaciones de calidad cuando está saludable, especialmente en los partidos grandes, son algunos de los factores que hacen que su trayectoria en la ciudad condal adquiera más tintes grises que de colores, especialmente considerando que en numerosas ocasiones ha sido valorado como uno de los mejores extremos del mundo. En un mercado de verano que todavía tendrá un mes para realizar operaciones, desagrada más el "timing" de Dembélé que, objetivamente, el hecho de que sea cuesta arriba encontrar soluciones del mismo o diferente perfil, incluso si éstas provienen de dentro del club.

El francés durante el primer tiempo del Barcelona vs Arsenal. Fuente: Chema Rey / MARCA


Justamente sobre este último punto, el entrenador Xavi Hernández ha sostenido continuamente lo fundamental de Ousmane Dembélé para su estructura de juego. Cuando se encontraba en condiciones de jugar, el año pasado Dembélé desempeñó las funciones más ofensivas junto al polaco Robert Lewandowski, en aquellos partidos de los llamados "4 mediocampistas". Su habilidad innata para doblar en velocidad y asociar con el "9" azulgrana, así como manten el campo abierto por la banda derecha, convencieron al preparador de Tarrassa por su inclusión antes que por la de su habitual competencia en esa posición, el brasileño Raphinha.


No obstante, es cierto también que este trato público y privado siempre favorable a la figura de Dembélé, puede conducir a una pérdida de autoridad o capacidad de negociación para el club en contextos como el que hoy se acusa, partiendo en posición de debilidad frente a jugadores cuyo futuro debe decidirse a la brevedad o, como en el caso del francés, son encumbrados hasta lo alto sin que sus prestaciones se correspondan a lo que exige la realidad de una temporada en el Barcelona. Momentos de tensión se viven con el "caso Dembélé", a horas de enfrentar el siguiente partido contra el AC Milan.



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